Lucía y Geminiano
Cuando Diocleciano tuvo conocimiento de este hecho, dispuso que la mártir desfilase por toda la ciudad con pesos atados a su cuerpo, suplicio durante el cual Lucía fue insultada y vejada por los ciudadanos.[1] Cuando la mujer pasó frente a la casa de Geminiano, las estatuas de los dioses romanos del lugar se hicieron añicos milagrosamente mientras que una paloma realizó la señal de la cruz sobre la frente del joven, quien decidió seguir a Lucía, pidiendo ser instruido en la religión cristiana así como ser bautizado, motivo por el que fue llevado ante el emperador y encerrado con Lucía, quien lo instruyó y lo adoptó como hijo espiritual, siendo bautizado por un sacerdote llamado Protasio (siguiendo el ejemplo de Geminiano, 75 personas se convirtieron al cristianismo).Ambos fueron finalmente conducidos ante un tribunal, muriendo el juez que lo presidía al ser arrojado por su caballo desde lo alto de un puente de piedra, no siendo su cuerpo hallado jamás, tras lo cual ambos mártires fueron decapitados[1] y sus restos sepultados por una mujer llamada Máxima.Cuando las persecuciones llegaron a la región, Lucía buscó refugio en las montañas, donde falleció de muerte natural, mientras que Geminiano murió decapitado.[3] Se incluyó una conmemoración a los Santos Lucía y Geminiano en el Calendario tridentino la cual perduró en el Calendario romano general hasta 1969, cuando fue omitida por considerarse a Lucía una duplicidad de Santa Lucía de Siracusa, cuya fiesta se celebra el 13 de diciembre, mientras que Geminiano pasó a ser considerado un personaje meramente ficticio,[2] si bien algunos católicos tradicionales continúan siendo fieles al calendario anterior a 1970.