En 1830, aconsejada por su antiguo maestro, pasa una temporada en los Pirineos; se instala en la barraca de un pastor en el valle de Jeret donde practica la pintura al aire libre, al óleo en pequeños formatos.
Este premio la va animar a dibujar una serie de litografías, presentadas bajo una colección titulada Vues des Pyrénées.
[5] Sufragó sus viajes mediante la venta de sus obras en subastas que ella misma organizaba.
En 1865 regresó definitivamente a París, presentando sus últimas obras al Salón en 1868 fuera de concurso.
[5] Su obra se basó en general en paisajes que incluían escenas históricas o pastorales.