Creció en un ambiente muy acomodado y pasó por distintos internados católicos (entre ellos, el que evocará en su película Adiós, muchachos).
A continuación trabaja con Robert Bresson para preparar (y rodar en parte) Un condamné à mort s'est échappé; le parece impresionante el trabajo con actores no profesionales de este director.
Más tarde rodó Fuego fatuo (1963), que trataba sobre la depresión y el suicidio: se basaba en un relato trágico, homónimo del colaboracionista Pierre Drieu La Rochelle.
Solo parte de la prensa y la crítica lo alabó, pues estaba bien realizado el filme; otra, calificó de dudosa la película y se le reprochó que no diferenciase mejor los comportamientos (así, Libération).
En un colegio católico, durante la ocupación, un muchacho burgués descubre que uno de sus compañeros es judío.
La historia, en parte autobiográfica, ya que él fue testigo de una situación similar durante su infancia, trata de un joven judío que se había ocultado en su internado, pero fue luego descubierto por la Gestapo y deportado.
Tampoco aquí emite ningún juicio de valor sobre nadie, solo deja entrever un fatalismo acorde con sus gustos literarios.
Desde 1980 hasta su muerte estuvo casado con la actriz estadounidense Candice Bergen, con quien tuvo una hija, Chloe Malle (n. 1985).