La balada toma la forma de tres aves carroñeras que conversan acerca de dónde y lo que deben comer.
Se cita a un caballero muerto recientemente, pero se encuentran con que es custodiado por sus leales halcones y perros.
Además, una "cierva", una obvia metáfora de la amante embarazada del caballero viene hasta donde está su cuerpo, besa sus heridas, lo lleva lejos y lo entierra, dejando a los cuervos sin comida.
El narrador, sin embargo, se aleja poco a poco desde el punto de vista de los cuervos, que termina con "Dios envíe a cada caballero / Tales halcones, tales sabuesos, y tal amante".
-es el comentario del narrador en la acción, en lugar de los cuervos cuya discusión se describe anteriormente.