Catulo reprocha la arrogancia del tirano, predice la ruina de Roma y se suicida, tomando el veneno que guardaba en un anillo.
Pero Fabia estaba fingiendo, y cuando queda a solas con Vitelio, convocado también a palacio como cómplice de la historia, se levanta y le abraza, prometiendo que en adelante será más constante en el amor.
La ambientación espacio temporal clásica (y por tanto, no cristiana) durante el reinado de Nerón, conocido por su temperamento disoluto, permite al autor justificar la actitud desenvuelta e impúdica de Fabia.
En general, en sus obras el destino de la mujer adúltera, su perdón o castigo, están en manos masculinas.
Las pocas que evitan el castigo lo hacen como un subproducto de relaciones homosociales masculinas.