Su padre, de origen chino le enseñó el idioma chino, y su madre filipina le enseñó tagalo.
Años más tarde, se hizo miembro de la Confraternidad del Santo Rosario.
A Lorenzo lo acusaron falsamente de asesinato y buscó asilo a bordo de una nave con tres sacerdotes dominicos, san Antonio González, san Guillermo Courtet y san Miguel de Aozaraza, además del sacerdote japonés san Vicente Shiwozuka de la Cruz, y un laico llamado san Lázaro de Kyoto, que padecía de lepra.
El barco tocó tierra en Okinawa y el grupo fue arrestado por su religión cristiana.
Aun torturados no abjuraron de su fe, y murieron mártires.