Desde que la isla pasó a estar bajo el control del gobierno, su acceso es limitado y sólo viven en ella algunos guardas forestales.
Una densa cubierta forestal da cobijo a numerosas especies animales raras o en peligro de extinción.
Sin embargo, desde que el gobierno neozelandés adquirió las tierras, se han reforestado todas las hectáreas de la isla, excepto 20.
[10] Más tarde, en 1999, se retiraron todas las aves para poder erradicar las kiore (ratas polinesias) de la isla con cebos envenenados.
[11] Hauturu es un lugar de prueba para comprobar si los kākāpō pueden reproducirse y criar a sus hijos con éxito sin intervención humana.