Posee además una larga cola, cuya longitud oscila entre 9 y 13,5 cm, acabada en un penacho de pelos más largos, el cual puede desprenderse si es agarrado por un depredador y regenerarse luego (aunque no hay posibilidad de renovación del hueso, como en las lagartijas).
Es un mamífero eminentemente adaptado a la ingesta de vegetales, con una dentición en forma de muela y unos incisivos adecuados, su dieta abarca cereales, frutos secos, bayas, pero también ha desarrollado una faceta depredadora e incluye en su dieta pequeños invertebrados como caracoles, ciempiés, hormigas, saltamontes y arácnidos.
Al final del verano y comienzo del otoño, previamente a la hibernación, su dieta pasa a componerse casi exclusivamente de frutos secos, que le permiten acumular las grasas necesarias para pasar todo el invierno en estado de letargo.
En estado salvaje también puede atacar a esta especie, que en la noche se presenta sumamente vulnerable, así como sus huevos y polluelos.
Las heces presentan normalmente retorcimientos, y cuando ha habido en su dieta insectos son claramente visibles restos de quitina, dado que esta no es digerible.
En veranos especialmente secos y calurosos, esta especie puede entrar en un letargo similar, aunque menos profundo, llamado estivación.
El lirón careto es la base alimenticia, junto con otros roedores, de zorros, lobos, diversos mustélidos, felinos y rapaces nocturnas (en este caso es especialmente útil el estudio de las egagrópilas), siendo también sus depredadores, aunque en menor medida, serpientes y otras aves como el ratonero, o incluso urracas o cornejas que pueden asaltar sus nidos.
Si bien no es una especie amenazada, en la actualidad se viene observando un descenso importante en la población de lirones.