Lin Durán

En su propio hogar conoció las artes plásticas, la literatura, el teatro y la danza.

A los diez años estudió en la Escuela Nacional de Danza, pero ese primer acercamiento no la convenció.

Tomó clases de danza con Guillermina Bravo, una segunda experiencia que le permitió descubrir su vocación.

En 1946, la creación del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) facilitó su ingreso al Ballet Waldeen, agrupación a cargo de la coreógrafa Waldeen Von Falkenstein, estadounidense formada en la escuela alemana de danza que llegó a México para crear obras con bailarines, pintores y compositores mexicanos.

Esta etapa se considera importante por la institucionalización de la danza y los tintes nacionalistas que sentaron las bases para su desarrollo.

[2]​ Participó en la fundación de la Academia de la Danza Mexicana en 1947 y después en la del Ballet Nacional en 1948, dirigido por Guillermina Bravo y Josefina Lavalle, ballet que se dio a la tarea de formar a sus propios bailarines, ahí Lin Durán participó en la organización y administración, tanto del Ballet Nacional como en la escuela respectiva.

Fue bailarina del Ballet Nacional hasta 1961, bailó en todos los rincones del país, desde el Palacio de Bellas Artes hasta los atrios, las canchas deportivas, las calles, las plazas, guiada por su convicción de crear un arte para el pueblo.

[2]​ Interpretó las obras de los coreógrafos de la compañía, como La pastorela, La iniciada, En la boda, El bautizo, Fuerza motriz, Carta a las madres del mundo, Guernica, La nube estéril, El amor amoroso, Juan Calavera y Corrido del sol.

[3]​ No solamente fue bailarina en Ballet Nacional, sino que también impartió cursos y seminarios de teoría sobre danza, donde ejercía la reflexión y el análisis de esta disciplina.

Lin decidió entonces tomar la estafeta del periodismo e incursionó en esa actividad como cronista y crítica de danza.

Fue así que en 1979 cofundó y dirigió la Escuela Nacional de Danza Contemporánea (ENDC) del SNEPD.

Los programa de estudios que Lin Durán elaboró estuvieron basados en juegos creativos, para que las EVA lograran que los niños adquieran cualidades y habilidades específicas necesarias para bailar, incluyendo un desarrollo físico, sin por ello impartirles la técnica rígida y formal usual, permitiéndole así al niño crecer en sus potenciales naturales.

De 1993 a 2001 fue directora e investigadora del CENIDI Danza José Limón, donde se publicaron sus textos más reconocidos.

“Profesionalizó la investigación e integró a un grupo de personas con dobles perfiles, pues por un lado eran conocedores profundos de la danza y además poseían una formación sólida en áreas sociales”.

“Para ella era muy importante tener en cuenta que, en toda pieza, la claridad, la unidad y la coherencia hacen de la danza un arte.

En su obra puede observarse que miró a esta disciplina desde su intención creativa total”.

Entre los reconocimientos que recibió Lin Durán de parte del INBA están: Premio a la Excelencia Académica, 2006 Homenaje Una Vida en la Danza, (1989) Medalla INBA (2008), Homenaje a Lin Durán recuento de obra (2009).

Lin Durán nos explica que, en primer lugar, la danza incluye en su quehacer a otras artes importantes, como la música, el teatro, la plástica, la poesía...

En segundo lugar, la danza ha sido el eje de todas sus preocupaciones estéticas.

En Trifásico, Durán despliega su temprano e interés por generar los principios básicos, no solo para la enseñanza de la danza, sino para la educación artística en general.