Tanto que los romanos ya lo utilizaban hace dos mil años fabricado en hueso o en metal habiendo llegado algunas hasta nuestros días.
Posteriormente, ha seguido siendo un útil habitual en el cuidado del cabello tanto de entornos rurales como urbanos.
Hoy es imprescindible para el tratamiento de la pediculosis suministrándose habitualmente en el mismo envase que el champú.
Una vez lavado el cabello con el producto insecticida y antes de secarlo, se pasa la lendrera como un peine normal cepillando desde la raíz hacia el exterior.
Los autores estiman que el uso continuado de insecticidas crea resistencias en los animales haciendo finalmente inútil su uso.