Después de un día agotador en su trabajo como cazador, Max decide atravesar la tierra del barón Fitz.
Max huye y encuentra refugio con la propia hija del barón.
Al ver que es un pobre muchacho, lo esconde y solo acepta irse a cambio de su retrato.
Al día siguiente, se anuncia un robo de una miniatura del barón Fitz.
Por su parte, la criada de Max solo lo ve como un perro sucio y flaco.