Entre 1989 y 1991, estando en Zambia como médica colaboradora, descubre su interés por contar historias a través de las cartas que escribe a sus padres.
A partir de entonces ha combinado el ejercicio de la medicina con su quehacer literario, colaborando en diversas publicaciones periódicas[1][2] e incluyendo sus relatos en antologías publicadas tanto en Cuba como en el extranjero.
[3][4] La propia autora ha dicho que no puede evitar el humor y lo asume como estilo.
Su cuento Clemencia bajo el sol ha sido llevado al teatro en Cuba e Italia.
En 2013 retomará su experiencia africana para escribir el volumen de cuentos Sucedió en Copperbelt que mereciera el Premio UNEAC y se publicaría un año después.