Después de ser rescatado por Libertad, Mateo es diagnosticado con un glioblastoma maligno y sometido a cirugía cerebral.
A pesar de que el tumor es extraído, debe comenzar un tratamiento físicamente exigente.
Una noche, durante la cena, Cheong se queja de que la huida no ha merecido la pena, pues ahora son pobres, sus hijas están muertas y no tienen ningún líder que "preocupe" de ellos.
Al reencontrarse con su padre, herido y postrado en la cama, Roberto le explica que pese a la actitud tóxica de Libertad, ambos la necesitan en sus vidas.
Poco después se enteran de que Libertad ha intentado suicidarse, y madre e hijo son reunidos entre lágrimas en el hospital.
Desesperada, Libertad visita a Roberto y Marta, quienes ahora esperan un hijo.
Marta confiesa a Libertad que envidia como la gente en su vida depende tanto de ella.
En un montaje surrealista, se muestra al pueblo norcoreano y a Mateo llorando la pérdida de Libertad como si fuera el líder supremo.