La hermana y la madre de la artista
En una de las constantes cartas que se intercambiaba con Berthe, le decía: «Estoy a menudo contigo, querida Berthe, en espíritu; estoy en tu estudio y me encantaría escaparme solo un cuarto de hora para poder respirar la atmósfera en la que vivimos durante años».Se quejaba de que nadie le decía sus errores por considerar una obra suficientemente buena para ser realizada por una mujer.Posteriormente, le cuenta a su hermana: «Fui el sábado al estudio de Manet (…) viendo que estaba indecisa me dijo con entusiasmo: Mañana, después de enviar mi cuadro iré a ver el tuyo, y créeme: te diré lo que debes hacer».Cuando, finalmente fue, Berthe describe en esa misma carta que Manet cogió sus pinceles y empezó a aplicar negro en el vestido de su madre, continuando por la cabeza e incluso, tocando el fondo.Todo este proceso enojó mucho a Berthe Morisot, quien deseaba que no aceptasen ese cuadro en el salón, pues «habían conseguido la caricatura más bonita posible».El gran sofá tapizado y la mesita de madera muestran la clase social a la que pertenecía esta familia aristócrata.