Al llegar Basilio a casa de Alejandro se encuentra con una jovencita que dice llamarse Adriana.
La noche de su compromiso con María Eugenia, Mauricio, para demostrarle su pasión a Adriana, anuncia que no piensa casarse.
Don Alejandro lo ve salir al amanecer y jura vengarse de la afrenta hecha a su hija.
Este sabio loco se ocupa de desaparecer a todos los que la sociedad venezolana ya no desean entre ellos.
Ahí, Adriana conoce a la bondadosa Mercedes cuyo esposo la hizo encerrar para casarse con su sobrina.
Pasan los años, un día llega un preso político, Saúl que se interesa en el despojo humano en que se ha convertido Adriana (las infecciones y la suciedad del lugar le han destruido el rostro).
Este descubrimiento causa un shock en Mauricio quien lleva una vida frustrante a pesar del amor de María Eugenia que le ha dado dos hijos.
También esta muerte indica a Beatriz que su hija ha fallecido y hace construir una tumba para ella.
Apenas la ve, el negro se recupera y parten a Europa donde Esteban los recibe con los brazos abiertos.
Por esa época, a causa de la guerra, tanto Alejandro como Purificación y su machucho marido han perdido dinero en sus negocios y ven con agradecimiento que la millonaria Jimena se interese en invertir en sus empresas sin sospechar que su plan es arruinarlos.
A los interrogatorios, Jimena responde sonriendo que aunque ellos no lo recuerden fueron muy amigos de su padre.