La balada del soldado
La balada del soldado (en ruso: Баллада о солдате, romanizado: Ballada o soldate) es una película soviética de 1959 dirigida por Grigori Chujrái, protagonizada por Vladímir Ivashov y Zhanna Projorenko y producida por los estudios cinematográficos Mosfilm.La película fue producida por Mosfilm y fue muy bien recibida en Occidente donde ganó varios premios internacionales, incluido el premio BAFTA a la mejor película, el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes y fue nominada al Oscar al mejor guion original y a la Palma de Oro.Una voz en off revela que su hijo murió en la guerra y fue enterrado en una tierra extranjera.Su comandante (Nikolái Kryuchkov) quiere darle una condecoración, pero Aliosha pide en cambio que le conceda un permiso para ver a su madre y así reparar el techo de su casa que tiene goteras.Vasia no quiere volver a casa, ya que teme que su esposa (Elza Lezhdey) lo rechaza al considerarlo una carga, incluso antes de la guerra su relación había sido difícil debido a los celos de él.Aliosha regresa, recupera el jabón que le había dado y se lo da al padre inválido de Pávlov (Vladímir Pokrovski), quien vivía en un pequeño apartamento con su gran familia, pero ahora está ingresado en un hospital.Intenta decirle su dirección a Shura pero, debido al ruido del tren, no queda claro si ella lo oye.Mientras Aliosha se aleja subido en el camión camino al frente, la voz en off del narrador nos dice que, si bien podría haber llegado muy lejos en la vida de haber sobrevivido, siempre será recordado como un soldado ruso.Junto con Valentín Yezhov, también veterano de guerra, empezaron a preparar el guion.Además la película recibió críticas por varias imprecisiones históricas la película está ambientada en 1942, en un momento muy difícil para la Unión Soviética con lo que es muy poco probable que a un soldado soviético se le concediera un permiso, en esas condiciones.Siendo Chujrái veterano de guerra, sabía perfectamente que ese uniforme no apareció hasta 1943.[5] Pocos años más tarde, Nikita Jrushchov, el líder del Partido Comunista, volvió a ver la película y ordenó mandarla al Festival de Cine de Cannes, donde obtuvo el premio especial del jurado por su «alto humanismo y destacada calidad artística».[8] La película recibió elogios considerables tanto por su habilidad técnica como por su historia fuerte pero sutil.[9] El crítico del New York Times, Bosley Crowther, aplaudió la capacidad de Chujrái para hacer que la película «fluyera de una manera tan rápida y poética que su tragedia queda oculta por una suave calidad lírica».