La parte posterior del vestido está atada con un nudo sagrado que parece indicar que se trata de una sacerdotisa o incluso una diosa.
[1][2] La búsqueda arqueológica en las ruinas de los palacios, villas y cementerios minoicos ha traído a la luz multitud de objetos relacionados con el adorno personal.
Desde finales del siglo XIX la parisienne (en español, la parisiense o parisina) se convirtió en un arquetipo de la moda, aludiendo a la elegancia sencilla pero suavemente glamurosa que destilaban muchas damas de la capital francesa.
Estos objetos de belleza se utilizaron durante toda la Edad del Bronce en el Egeo.
1450-1350/1300 a. C., y se conserva en el Museo Arqueológico de Heraclión.