Un día un leñador pasó frente a la cabaña de una mujer flacucha y de tez pálida, se decía que aquella hermosa mujer había perdido a su marido en una riña, de allí quedó viuda y no volvió a tener pareja y vivía sola cercana a las faldas de las montañas, las mujeres del poblado decían que era bruja, ya que supuestamente no envejecía, los hombres que pasaban por allí, decían que sentían una atracción, hacia ella.
El hombre se acercó a su casa y la vio lavando ropa en una artesa, colocada sobre unas piedras, le pidió agua para beber y la señora accedió trayéndole un vaso de agua fresca, seguidamente el perro que acompañaba al leñador empezó a ladrar en forma violenta a la mujer.
El leñador contento se fue a su casa a comentar lo ocurrido; al día siguiente, se levantó temprano y fue a la montaña a traer la otra carga de leña que dejó, cuando venía de regreso con la carga a cuestas y pasar frente a la casa de la señora flacucha quiso dejarle unos leños en agradecimiento del favor del día anterior, el perro se fue delante a aruñar la puerta de la señora que le decía que se largara, él le grito diciéndole que le dejaría unos leños, la señora le repitió que se marchara, el perro de tanto forzar la puerta la abrió y la señora se fue corriendo a la otra puerta de la cocina, saliendo al patio el perro le seguía ladrándole, el leñador también fue tras de ambos, el perro alcanzó a la señora y le mordió la pierna, el leñador le reprendía para que la dejase en paz y al acercarse, tal fue su sorpresa que la tal señora, no era la misma del día anterior, estaba un poco más vieja y cegada de un ojo y se le notaba un golpe de pedrada, entre sus ojos y bajo la frente.
El leñador dedujo, "la señora estaba bien ayer, no estaba ciega, mi perro le ladra…" y le dijo: “Tú eres la chorca”, al escuchar esto, la señora tirada en el suelo empezó a reír macabramente, “Tu hijo se ha salvado ayer por la noche, pero hoy no tendré piedad” _le dijo la mujer al leñador, quien desenfundo su machete y le corto la cabeza de un revés, después metió la cabeza en un saco y se la llevó al sacerdote, mientras el cuerpo fue inmediatamente comido por las aves de rapiña; una vez en la iglesia, el sacerdote al ver la cabeza se espantó, ya que no era humana, sino que se había convertido en un ser monstruoso, le roció un poco de agua bendita y se enterró en un lugar secreto.
Pero, muchas “Chorcas” o “mujeres lechuzas” aún existen, se esconden y andan haciendo de las suyas.