Klára Lenz

Klára hasta el momento ya naturalizada como venezolana (nunca tomó la ciudadanía colombiana) había comenzado su carrera trabajando en atención al cliente para Avianca y diversos hoteles.

Sin embargo nunca se vieron mermados sus sentimientos de amor por su hogar y la cultura propia húngara.

José Lenz financió enteramente la construcción en estilo neogótico de la iglesia católica en Nyékládháza, donde fue enterrado su hijo fallecido en 1942 durante la Segunda Guerra Mundial.

José Lenz era terrateniente en ese mismo pueblo y por su donación de la iglesia católica en 1943 recibió la Medalla Pro Ecclesia et Pontifice concedida por el Papa Pío XII.

Pudiendo hacer esto ya que su padre José Lenz había recibido permiso papal para tener un cementerio familiar en su propiedad.

Luego su salud empeoró, perdió parcialmente su visión y no siempre reconocía a sus allegados.

Doña Klára siempré cuidó en exceso de su figura, realizando dietas extremas, lo que se contraponía por su pasión por los helados, cuya preparación casera era una arraigada tradición familiar desde su infancia en Hungría.

Igualmente siempre fue conocida por su convicción religiosa, heredada de sus padres, sabiéndose que rezaba diariamente.

Escudo de armas de la familia Lenz (bordado por la propia Klára)