Su nombre deriva del hecho de ser usualmente el templo más grande en donde se congregan para celebrar los principales días festivos del año litúrgico.
En otras ocasiones se utilizarían templos o capillas más pequeñas.
Un katholikón puede tener características arquitectónicas especiales como una cátedra (kathedra o trono episcopal) o un esonártex (nártex interior) y un exonártex (nártex externo), usados para servicios especiales como los mantenidos durante Semana Santa o la Vigilia Pascual.
La liturgia solo podía tener lugar una vez al día en una iglesia.
Por esta razón, los monasterios poseían frecuentemente varias pequeñas iglesias secundarias y capillas además del propio Katholikón, generalmente situado en el centro del complejo monástico.