Juventino y Maximino

Son conocidos por ser ejecutados debido a su oposición a unas leyes promulgadas por dicho emperador, quien, antes de iniciar su campaña contra el imperio sasánida, emitió un edicto que prohibía la veneración de las reliquias cristianas que se guardaban en Antioquía, mandando rociar todos los alimentos en el mercado, y el agua en los pozos, con sangre ofrecida a los ídolos.

Estos dejaron caer en un banquete comentarios críticos con el edicto, diciendo: "¿Tiene sentido hoy en día la vida?

Nuestra fe en el Señor de la Creación es tratada con desprecio y vergüenza.

Según el martirologio romano, los despojó de sus propiedades, los golpeó y los decapitó.

El historiador romano Ammianus Marcellinus no menciona a Juventino y Maximino, como tampoco lo mencionan ni Gregorio de Nazianzus ni el historiador eclesiástico Sócrates de Constantinopla.

La decapitación de Juventino y Maximino