Lucero envió una comunicación a todos los comandos revolucionarios pidiendo un cese de las hostilidades e iniciar negociaciones, que fue respondido desde Córdoba con un breve texto por Lonardi exigiendo la previa renuncia de Perón antes de aceptar la tregua.
[1] La Junta resolvió en primer lugar —no sin dudas y discusiones— que la carta constituida una renuncia y contestaron a Lonardi mediante un comunicado que además fue leído por las radioemisoras bajo su control, en el que informaron sobre la renuncia e invitaron a los rebeldes a enviar una delegación para reunirse a negociar a las 24 horas en la sede del Cabildo de Buenos Aires o en la sede de la Corte Suprema de Justicia.
Los rebeldes no confiaron en la cita, el almirante Isaac Francisco Rojas al mando de los buques de guerra en operaciones emitió un radiograma proponiendo que la delegación gubernamental concurriera a la nave insignia de la Flota que era el crucero La Argentina.
La delegación integrada por los generales Forcher, Sampayo, Sacheri y Manni se embarcó a las 14 horas del día 20 en el rastreador Robinson rumbo a Río Santiago.
[2] Ese mismo día Perón dijo que no era una renuncia real aunque, a la mañana siguiente, pidió asilo político en el Paraguay.