Desde septiembre de 1942 y durante dieciséis años fue crítico teatral fijo de la revista semanal barcelonesa Destino, en la que además hizo crítica literaria bajo el seudónimo de "Juro" y fue uno de los grandes entendidos en jazz cuando apenas había especialistas en España; escribía sus comentarios en las revistas Cine en Siete Días y Discóbolo, y publicó el ensayo Variaciones sobre el jazz (1971).
Entró en el mundo del cine como guionista de Emisora Films de Ignacio F. Iquino, pero fue también director artístico, autor teatral (No hay botas de siete leguas y El sueño está en la noche) y novelista (Siete celdas, Las columnas de Cyborg, traducida a varios idiomas, y Se ha perdido un hombre en el infinito, adaptada al cine por Iquino).
[2] Gómez Tello lo retrató así en Primer Plano: Como guionista escribió habitualmente en comandita con Manuel Tamayo —El arco de Cuchilleros, no realizado, recibió un premio del Sindicato Nacional del Espectáculo en 1953—, pero la película que le proporcionó un éxito sin precedentes y marcó su rumbo como realizador fue Apartado de correos 1001 (Julio Salvador, 1950), escrita al alimón con el entonces montador jefe de la casa Iquino Antonio Isasi-Isasmendi.
[4] El Círculo de Escritores Cinematográficos le concedió su galardón en 1958 y 1962.
Otras obras maestras suyas fueron Un vaso de whisky, Los cuervos, Jandro, Fuego o La Araucana.