Anterior a esto se almacenaba en el sótano del Palacio Real de Madrid.
No es una escena de feria como otros cartones, pero es algo más cotidiano y popular.
Es pertinente recordar, asimismo, que estos cuadros adornaban estancias reales y el carácter no podía ser tan explícito.
El espectador no es consciente del rigor y de una geometría seca, como la que denota el cuadro.
Tiene algunos aires a pintura barroca italiana, cuyas obras maestras había estudiado Goya con anterioridad.