Heredero de la tradición de su padre, Juan Carlos ha sabido traducir a la narrativa cinematográfica las atmósferas rurales mexicanas que su padre consagró en su literatura y al mismo tiempo forjar por sí mismo una carrera que lo ha desmarcado de la sombra paterna para demostrar su talento.
En 1999 se proyecta su primer largometraje: Del olvido al no me acuerdo, un documental filmado en la región de Llano Grande en Jalisco, lugar donde nació su padre, para realizar entrevistas a los habitantes preguntando si conocieron a Juan Rulfo.
El resultado es un documental donde la figura de su padre pasa a segundo plano y lo más importante son las historias y vidas de los entrevistados, entre ellos su propia madre.
En este filme, el director se enfoca en retratar a los trabajadores involucrados en la obra vial y a mostrarnos el lado humano de una construcción tan importante para la capital mexicana.
Posteriormente realizó un Documental Largometraje en referencia a la vida de las personas familiares de quienes emigran y que por diversas causas ya no regresan: Los que se quedan.