Sus naturales dotes le permitieron destacar y pronto fue acogido por las élites culturales dombenitenses.
A la conclusión de la misma, contrajo matrimonio con la dombenitense Filomena García-Molina Sánchez-Collado, con la que llegaría a tener varios descendientes, de los cuales les sobreviven tres hijos y dos hijas.
Juan Aparicio permanecería apegado a su entorno social y familiar hasta el final de sus días en 1964.
Ejerció como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Don Benito, en cuyo alumnado dejó una huella tan profunda que es recordado por todos con gran cariño y admiración.
Como pintor, su realismo costumbrista le llevó a plasmar sobre el lienzo retratos de gran vigor, personajes populares y hermosos bodegones.