Tras aprobar el examen de ingreso en la Guardia Marina, en 1734 fue destinado a La Habana.
Colina fue absuelto en el consejo de guerra formado por esta derrota.
En el desempeño de este cargo, redactó un reglamento para la formación de un arsenal y un astillero.
Sus esfuerzos se vieron compensados al lograr que, con el tiempo, los navíos de La Habana fueran considerados de los mejores de la Armada.
Durante su mandato, se construyeron 26 buques de todos los tipos y tamaños, entre ellos, en 1769, el Santísima Trinidad.