Volvió a Barcelona en 1869 y se tituló como abogado en 1872, aunque nunca ejerció como tal.
Con estas obras fue pionero en establecer una moderna referencia legal sobre el sistema catalán, heredero del derecho feudal de la primigenia unidad aragonesa-catalana.
No en vano redactó una ponencia para las Bases de Manresa.
Mientras fue presidente del Ateneo Barcelonés en 1888 y 1889, pronunció notables conferencias.
Conocedor de la cultura catalana, a la par que orgulloso del legado histórico español, tal como atestigua en sus numerosos artículos de opinión y eruditos estudios.