José se mostró muy solícito con los cristianos cautivos y fue cada día para rezar junto a ellos.
A pesar de ello no murió y las heridas se curaron milagrosamente.
En Constantinopla San José realizó un gesto realmente de un loco: intentó entrar en el palacio a predicar al Sultán.
A los 56 años de edad le diagnosticaron un tumor, del cual ya no se repuso.
También se le rinde culto en las iglesias de Otricoli y San Lorenzo Nuovo, con frescos que recuerdan su figura.