Ejercía el oficio de sastre pero sus ideas anarquistas lo llevaron a publicar artículos periodísticos donde denunció los abusos del gobierno contra los campesinos y trabajadores urbanos y participó activamente en el movimiento agrario a finales del siglo XIX.
Durante la segunda mitad del siglo XIX los anarquistas mexicanos impulsaron el cooperativismo y el colectivismo, lucharon en las organizaciones obrero artesanales con los elementos moderados que contaban con el apoyo del gobierno, y a través de la prensa proletaria (El Socialista, El Hijo del Trabajo, El Obrero Internacional, etc.) promovieron la lucha sindical, al tiempo que difundían la ideología libertaria y propiciaban la organización de los trabajadores a nivel nacional.
Los cooperativistas creían que, organizando la producción, viviendo en grupos que comerciaban sus bienes en común y compraban de grupos similares, los intereses del trabajador estarían protegidos de elementos más poderosos presentes en la sociedad capitalista.
En 1876, José María González explicaba como había de comenzarse:[3] El cooperativismo se concibió como un movimiento creciente que pronto abarcaría a todos.
La campaña anarquista por la sociedad colectivista se efectuó durante la década de 1870 y tuvo algún éxito.