Hacia el 831, a los quince años, decidió entrar en un monasterio y finalmente se fue al de Latomus a Tesalónica, reconocido por la devoción y ascetismo de sus monjes.
Fue ordenado presbíyero y acompañó a Gregorio de la Decápolis a Constantinopla donde se convirtió en uno de los jefes del partido ortodoxo en la lucha contra el emperador iconoclasta León V el Armenio iniciada en 814.
De Constantinopla, Gregorio lo envió a Roma para pedir el apoyo del papa en la lucha contra los iconoclastas, pero por el camino fue capturado por piratas y llevado a Creta, donde fue vendido como esclavo y encerrado por los iconoclastas.
Estuvo en prisión seis años, hasta la muerte de León V (820) cuando, según su biógrafo, fue milagrosamente liberado por San Nicolás de Mira y llevado a Constantinopla, donde su amigo Gregorio ya había fallecido y ahora Juan dirigía a los ortodoxos.
Por su fidelidad al culto de las imágenes fue desterrado en el Táurica, seguramente por el emperador Teófilo (829-842).