Los animales de las especies que las presentan suelen ser llamados comúnmente “gibados”.
Es una característica natural e intrínseca de dichas especies, por lo que no debe ser confundido con la “corcova”, una anormalidad que se presenta en algunos individuos (animales o humanos) en la que los mismos muestran un arqueamiento o corvadura de su columna vertebral (a veces también se replica en el pecho) causado por una malformación de dicha estructura osteofibrocartilaginosa articulada, o la hipercifosis, coloquialmente llamada giba, una exagerada cifosis que es habitual en personas mayores, siendo secundaria a la osteoporosis.
En el caso de las especies que poseen dos, pueden ser del mismo tamaño, o más frecuentemente de distinto volumen, presentándose desde muy altas e infladas (formando en sus lados frontal y trasero ángulos algo superiores y hasta menores a 90°), a flácidas, caídas hacia un lado del cuerpo.
Como en un ambiente desértico es necesario acumular energía en forma de grasa, si esta se repartiese equilibradamente por la totalidad del cuerpo (como ocurre normalmente), los grandes animales que allí habitan padecerían de una incidencia de calor extra a la que ya deben soportar en el clima adverso en el que viven.
De allí que acumular la grasa en un único lugar mantiene al resto del cuerpo fresco, permitiendo que libere el calor a la atmósfera, alejando así del peligro de una sofocación.