Durante estos años se construyó el nuevo puerto de Túnez y, cuando el comandante del proyecto dejó el país definitivamente, Humbert tomó su cargo.
Cuando un siglo más tarde se construyó una nueva colonia romana, los restos púnicos fueron engullidos por la arquitectura posterior.
Humbert y su esposa no sólo habían perdido a sus seres queridos, también quedaron devastados económicamente.
Al regresar a los Países Bajos, Humbert esperaba que su nueva asignación en las Indias fuera revocada.
Reuvens quería publicar sobre Cartago para ser el primero en hacer un estudio serio a gran escala sobre la ciudad.
En aquel momento Humbert fue galardonado con la Orden del León Neerlandés, tanto en compensación por sus problemas como para impresionar a los tunecinos.
Humbert continuó recopilando antigüedades y realizando numerosas excavaciones, todas ellas cortas, la más larga duró sólo dos semanas.
Humbert fue entonces ascendido a teniente coronel y, ese mismo año, fue nombrado corresponsal del Instituto Real.
No obstante, al llegar durante la primavera de 1826, Humbert objetó que el verano en Túnez sería demasiado caluroso para excavar.
Con ese argumento y sumando los feroces sentimientos anticristianos entre los tunecinos, Humbert convenció a Reuvens para que le concediera un aplazamiento de cuatro meses.
Se alojó en Livorno, comenzó a recopilar antigüedades etruscas y en poco tiempo había comprado seis urnas.
Estas seis urnas causarían cierta conmoción, porque el arte etrusco era poco conocido fuera de Italia en aquel momento.
Humbert no quedó muy satisfecho con este veredicto, pues estaba seguro de que las seis urnas eran genuinas.
Como resultado de este incidente, la relación entre Reuvens y Humbert se enfrió considerablemente durante un tiempo, aunque finalmente recuperaron la amistad.
Las dificultades financieras de la familia Corazzi llevaron a que la colección se ofreciera por 5.000 florines menos, motivo por el cual Humbert selló el acuerdo osadamente sin permiso para comprar.
No se lamentaron del acuerdo, puesto que la colección supuso el inicio de los Estudios Etruscos en los Países Bajos.
Humbert permaneció en Livorno y no se dirigió al destino de su segunda expedición, Túnez.
Sin embargo, el otro comprador no pudo reunir el dinero a tiempo y Humbert logró comprar la colección por tan solo 5.000 florines.
En febrero de 1828 Humbert ofreció el máximo que se le permitió, 200.000 francos, aproximadamente 100.000 florines.
Sin consultar al cónsul en Roma, la noticia se envió directamente a Humbert, quien hizo la oferta.
Un casco bizantino, un manuscrito griego y un papiro bilingüe greco-demótico se añadieron a la colección.