Sucedió el día en que Forrestal fue dado de alta del hospital.
Los médicos, convencidos de lo absurdo de esta fijación, le declararon paranoico y le confinaron en la planta superior del hospital militar Walter Reed.
Un buen día se arrojó al vacío gritando "VIENEN LOS RUSOS" encontrando la muerte aunque otras fuentes citan el ahorcamiento, probablemente fue una combinación de ambas el mecanismo perpetrado por Forrestal para suicidarse.
Más tarde se supo que, en efecto, Forrestal estaba sometido a vigilancia por agentes israelíes, a quienes preocupaba que el Secretario de Estado pudiera suscribir un acuerdo secreto con los representantes de los países árabes.
Aun cuando Forrestal estaba mentalmente enfermo, es indudable que el diagnóstico de paranoia no contribuyó a mejorar su condición.