Siendo aún un veinteañero, se convirtió en ingeniero jefe con once mil trabajadores bajo su supervisión.
Como resultado, fue hecho prisionero en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Desarrolló su método de cálculo mental durante su cautiverio.
Mediante la ayuda de su esposa, quien empeñó sus joyas para sobornar a los guardias, consiguió escaparse del campo de concentración y refugiarse en Suiza.
En 1950, fundó el Instituto Matemático de Zúrich donde impartió clases sobre su método.