Una vez terminados sus estudios humanísticos, según la costumbre de la época, fue enviado a Neuchâtel para aprender francés.
Esta formación, sin embargo, no puso freno a su gusto hereditario por la geometría.
Las primeras lecciones que había recibido de su padre fueron continuadas por su tío Daniel, y tal fue su progreso que a la edad de veintiún años fue llamado para asumir las funciones de la cátedra de física experimental, dado que su tío ya no podía desempeñar el cargo debido a su avanzada edad.
Tras la muerte de su tío, optó a la cátedra vacante, y presentó un trabajo sobre física matemática para respaldar su solicitud.
Bernoulli tuvo mala suerte, y no le ofrecieron el puesto que realmente le hubiera gustado.