Bajo este maestro se ganó una reputación tan alta que el elector Palatino lo contrató en su corte cuando aún era joven.
En 1616-1619 trabajó en Heidelberg, y en 1620 viajó a Italia, donde visitó Roma y Venecia, donde mejoró su estilo al estudiar las obras de Tiziano, cuyos hermosos paisajes eran objeto particular de su admiración.
Sus imágenes fueron tan admiradas por el monarca que le otorgó el honor de ser caballero.
La leyenda dice que se sintió tan orgulloso y agobiante que su insolencia hacia Nicolas Poussin, quien fue empleado por el rey al mismo tiempo en el Louvre, hizo que Poussin dejara París y residiera en Roma durante el resto de su vida.
Sus alumnos fueron Philippe de Champaigne, Matthieu van Plattenberg y Etienne Rendu.