En aquel entonces, la comunidad no cuenta con unidad sanitaria, y Resano trata y opera pacientes en su consultorio instalado en la esquina de Balbiani y Schelotto, frente a la plaza principal, para luego enviarlos a realizar el postoperatorio a sus domicilios o al Hotel Torti, por lo que es común ver camillas cruzando la plaza del consultorio al hotel.
Se dedica a acumular observaciones, realizar exámenes radiográficos, y a estudiar todas las enfermedades del esófago, entre ellas el mega-esófago (muy frecuente en Argentina), braqui-esófago, estenosis inflamatorias, tumores benignos, etc.
[7] Observan que «la inferioridad de la experiencia europea es obvia, no excediendo cada cirujano la quincena».
[7] Años más tarde, el doctor Alain Mouchet, uno de los organizadores del congreso, escribiría:Lo conocí en 1947, cuando vino a París con armas y equipaje; quiero decir con su ayudante Dr. Pataro, su anestesista Dr. Nessi, y su fiel instrumentadora Esperanza: traía sus instrumentos seleccionados minuciosamente, separadores torácicos de Finochietto, tijeras largas, porta agujas especiales, pasa hilos, pinzas largas de disección.
Comprendiendo bien, pero hablando con dificultad nuestro idioma, Resano contaba con la ayuda de la Sra.
[8]En 1949 se celebra la primera entrega del Premio Ignacio Pirovano, instaurado por la Academia Nacional de Medicina para premiar, cada cinco años, el mejor trabajo en el área de la cirugía.