Henríquez perteneció a la comunidad conversa de Madrid, donde se distinguió en las distintas academias.
Isaac Cardoso le dedicó su obra Panegyrico y excelencias del color verde (Madrid, 1634), y Miguel de Silveira incluyó un himno de alabanza a ella en su Parténope Ovante.
Se volvió activa en los círculos literarios de la comunidad judía española y portuguesa.
Se informa que Henríquez distribuyó amuletos supuestamente para proteger contra daños físicos.
[4] Su única obra superviviente conocida es una décima dedicada al rabino Isaac Aboab, de su manuscrito Obras Poéticas.