El término comenzó a emplearse en 1979 cuando la Organización Mundial de la Salud y otros grupos internacionales reemplazaron los términos borderline, diabetes química o diabetes mellitus asintomática.
La intolerancia a la glucosa puede durar 7-10 años antes de que aparezca la Diabetes tipo 2.
En primer lugar, es importante conocer que la intolerancia a la glucosa conlleva un riesgo aumentado de padecer enfermedad coronaria y trombosis cerebral.
Además es importante descartar la existencia de hipertensión o elevación del colesterol sanguíneo para que se establezca el oportuno tratamiento si fuese necesario.
Todo esto puede retrasarse e incluso evitarse con el tratamiento precoz adecuado.