El emperador que pasó a la historia como optimus princeps sacó de su patrimonio personal las sumas necesarias para garantizar un porvenir tranquilo a centenares de niños necesitados, legítimos e ilegítimos, sobre todo del campo.
Trazas históricas del advenimiento fueron talladas en el arco de Trajano en Benevento, donde está representada la distribución de víveres a los niños pobres a través de esta institución, lo mismo que se encuentran en el Foro Romano.
Debido a las guerras, muchos niños sufrían hambre y de ahí que el emperador decidiera intervenir.
Anteriormente se habían hecho provisiones generales y no específicas para la infancia.
Del saldo obtenido (72.000 sextercios) se dieron a interés, 3.600 sextercios a 18 niños y una niña, todos hijos legítimos.