El cohete, que en realidad llevaba equipamiento para estudiar las auroras boreales sobre el archipiélago de Svalbard, voló con una trayectoria norte y finalmente alcanzó una altitud máxima de 1453 km.
El entonces presidente ruso Borís Yeltsin fue inmediatamente notificado y su maletín nuclear (llamado Cheget), que lo autorizaba a lanzar un ataque atómico, fue automáticamente activado.
El presidente ruso declaró: La doctrina rusa tradicional le brindaba a Yeltsin 10 minutos, a partir de la detección, para decidir tomar un determinado curso de acción.
No obstante, los militares rápidamente pudieron determinar que el cohete se dirigía en dirección opuesta a su país, por lo que en realidad no se trataba de una auténtica amenaza contra la seguridad nacional de este último.
Los científicos noruegos y estadounidenses involucrados en el lanzamiento habían dado aviso a unos 30 países, Rusia incluida, acerca de su intención de lanzar ese cohete.