La impiedad fue una objeción pagana al cristianismo, a diferencia de los iniciados en religiones mistéricas, los primeros cristianos se negaron a quemar incienso ante las imágenes de los dioses, entre los cuales estaban emperadores deificados.
Sócrates y Anaxágoras fueron condenados por impiedad contra los antiguos dioses griegos.
El primero fue sentenciado a muerte, mientras que el segundo debió exiliarse.
De acuerdo con la Vita Aristotelis Marciana, un manuscrito único parcialmente conservado en la Biblioteca Nacional de San Marco en Venecia y escrito alrededor del año 1300, Aristóteles dejó la ciudad diciendo: "No dejaré que los atenienses pequen dos veces contra la filosofía" (Vita Aristotelis, 41).
Al traducir del arameo al griego en la edición del Nuevo Testamento, se comienza a utilizar la palabra griega hamartia ("perder la marca") como una traducción poco aproximada de pecado.