Sus comienzos se remontan a las costumbres guerreras tribales, cuando peleaban grupos de hombres armados llamados impis.
[2] Estas innovaciones a su vez se basaron en costumbres tribales existentes, tales como el iNtanga.
Durante sus comienzos combatió con su regimiento iziCwe allí donde fuera asignado, pero desde el principio, la forma en que Shaka se involucraba en la batalla no obedecía al patrón tradicional.
Fue bajo su comando que se organizó un modelo mucho más riguroso de guerra tribal.
Se dice que también introdujo un gran escudo pesado construido de cuero de vaca (isihlangu), y que entrenó a sus regimientos para trenzarse con el enemigo en combate cuerpo a cuerpo en forma más efectiva.
[3] El guerrero zulú llevaba como armas la lanza de ataque iklwa (su extravío podía ser castigado con la ejecución) y el mazo hecho o de madera dura denominado iwisa por los zulúes, para golpear a los enemigos.
En teoría se la podía utilizar en la lucha de corta distancia y como un arma de lanzar, pero mientras Shaka reinó se les prohibía a los guerreros que las arrojaran, ya que quedarían desarmados y les darían a los oponentes algo para arrojarles.
Tras la derrota británica en Isandlwana, los zulúes capturaron muchos rifles Martini-Henry junto con gran cantidad de municiones.
Los jóvenes agrupados por edades eran responsables de diversas actividades, desde vigilar el campo, a ser pastores del ganado, hasta atender ciertos rituales y ceremonias.
Algunos historiadores sostienen que esta gran organización militar representaba una carga para la economía zulú y requería de una continua expansión del reino para solventar su mantenimiento.
Construían su i=handa (a menudo un refugio, por lo general en un conjunto de chozas que rodeaban un corral para el ganado), el sitio en el cual vivían cuando no estaban en servicio activo.
Según cuenta la tradición zulú Shaka endureció los pies de sus tropas haciéndolos marchar sobre arbustos y ramas espinosas.
Shaka ejercitaba con frecuencia a sus tropas, implementando marchas forzadas que cubrían más de 80 km por día.
Este nivel de movilidad le otorgó a los zulúes una ventaja significativa en sus incursiones por la región y más allá.
Hasta que eran buta', los niños zulúes acompañaban a sus padres y hermanos en las campañas como sirvientes.
Una vez pasado el tiempo de entrenamiento, y ya siendo cadetes, eran formalmente enlistados por el Rey.
En los primeros tiempos del imperio, cada "Ibutho" poseía un arreglo singular en el tocado y los otros adornos, dando a cada regimiento un aspecto único, esto hacía fácil el reconocimiento de cada unidad, muy útil en el campo de batalla para impartir las órdenes respectivas.