A las personas se les dijo que podía no existir relación entre sus acciones y las luces.
En una serie de experimentos, Ellen Langer (1975) demostró, en primer lugar, la prevalencia de la ilusión del control; y en segundo lugar, que era más probable que la gente se comportara como si pudieran ejercer control en una situación al azar donde estaban presentes "habilidades clave".
Una forma simple de esta falacia se encuentra en los casinos: cuando un jugador de craps lanza los dados, éste tiende a aventar con mayor fuerza los dados cuando busca números altos y con menos fuerza cuando busca números más bajos.
Bajo ciertas circunstancias, sujetos experimentales han sido inducidos a creer que podían afectar el resultado de un puramente al azar cara o cruz.
Taylor & Brown (1988) argumentan que las ilusiones positivas son adaptativas cuando se incrementan la motivación y la persistencia.
Así, presentan evidencia de que los individuos autodeterminados son menos propensos a estas ilusiones.
Fenton-O'Creevy et al (2003) argumentan, como lo hacen Gollwittzer y Kinney (1989), que mientras las creencias ilusorias sobre el control pueden estimular el procurar alcanzar el objetivo, no son propicias para tomar decisiones razonables.