Las iglesias se encuentran a lo largo de las elevadas orillas rocosas del río Rusenski Lom, a 32 metros sobre el nivel del agua.
Hasta el siglo XVII, los monjes excavaron sus celdas, iglesias y capillas en la roca.
De esta manera se construyeron cuarenta iglesias y unos trescientos edificios en total, muchos de los cuales no se conservan.
Durante el Segundo Imperio búlgaro, varios monarcas, como Iván Asen II (1218–1241) e Iván Aleksandăr (1331–1371), hicieron donaciones al complejo, como ponen de manifiesto los numerosos retratos en las iglesias.
El complejo monacal debe su fama a sus frescos de los siglos XIII y XIV conservados en cinco de las iglesias, considerados ejemplos extraordinarios del arte búlgaro medieval.