Hasta la conquista de Toledo, Salamanca no tenía mucha población, y es en 1102 cuando empezó el repoblamiento.
Son los toreses quienes se asientan en San Cristóbal y le dan dicho nombre, por ser cristianos.
En 1918 empieza su reparación, y al año siguiente el obispo Alcolea decide establecer allí un colegio.
Construida principalmente con la característica piedra arenisca de Villamayor, su estructura original corresponde a un diseño romántico clásico.
Su planta de cruz latina, con una sola nave, crucero marcado y cabecera triabsidal, se modificó en el siglo XIII, ampliando sus dimensiones.
Las líneas arquitectónicas del edificio son sobrias, destacando el equilibrio entre funcionalidad y ornamentación.
El presbiterio, decorado con líneas de imposta ajedrezadas, organiza su espacio en dos tramos divididos por un arco fajón.
Estas estructuras muestran un diseño geométrico sobrio, adecuado para el uso litúrgico y la funcionalidad del espacio.
La cabecera triabsidal está dividida por pilastras que segmentan sus muros, decorados con líneas de imposta y canecillos.
En las capillas laterales y el transepto, los canecillos de diseño más tardío incluyen grupos de dos o tres cabezas grotescas y expresivas, algunas interpretadas como alusiones a la lucha contra el islam, integrando un trasfondo ideológico medieval en la ornamentación.
Elementos como un órgano, relieves de piedra policromados y diversas alhajas contribuyen al enriquecimiento del espacio.