La financiación corrió a cargo de las aportaciones vecinales y particulares, del Obispado y contó con un donativo personal del propio Obispo, Martínez Vigil que aún no habiendo nacido en Pola de Laviana, se sentía muy vinculado a ella.
También se vendieron otros inmuebles, como la capilla de San Miguel, donde más tarde se levantó la casa consistorial.
De nuevo resultó dañada durante la Guerra Civil, por lo cual y hasta su rehabilitación, las misas tenían lugar en el quiosco de la música.
Se trata de una planta en forma de cruz con capillas adyacentes, cuya fachada está rematada por una torre con chapitel y reloj.
El ábside es semicircular y en la parte posterior está adosada la casa rectoral, construida en 1970 tras derribarse la anterior.