Por otra parte, su escritura se distingue por el uso de letras para representar vocales (véase alfabeto mandeo).
[9] Sin embargo, ningún texto mandeo que se encontrase en su totalidad fue publicado, sino hasta principios del siglo XX, cuando de Morgan[10] publicó cinco documentos recopilados en Irán (transliterados y traducidos por Macuch[3]).
Además, la letra árabe ع ha sido incluida para representar a la consonante fricativa faríngea sonora y la oclusión glotal.
Pero, la vocal que realmente posee la más amplia variación alofónica de todas, es la media central (ə).
Por lo regular se proyecta, retrae, cierra o abre en concordancia con la vocal de la sílaba que le sigue.
Cuando una fricativa interdental sorda /θ/ sea geminada según este principio, su resultado es la doble consonante [χt] en vez del esperado [θθ].
Por ejemplo, cuando se añaden los sufijos pronominales directamente a la partícula existencial *eṯ [ɛθ] (clásico ‘it), esta regularmente adopta la forma eḵt- [ɛχt].
Dicha regla es la que afecta la conjugación del verbo meṯ ~ moṯ (māyeṯ) ‘morir’, ej.
Algo menos frecuentes que estos son aquellos que contienen grupos consonánticos o vocálicos compuestos, tales como VCC (ahl [ahl] ‘familia’), CCV (klāṯā [ˈklɔː.θɔ] ‘tres’), CCVC (ṣṭānye [ˈstɔn.je] ‘él es hombre’), CVCC (waxt [væχt] ‘tiempo’), CVVC (bieṯ [biɛ̆θ] ‘casa’) e, incluso, CVVCC (šieltḵon [ˈʃiɛ̆lt.χon] ‘os pregunté’).
Los primeros están estrictamente limitados a ciertas combinaciones fonemáticas, mientras que los segundos están menos restringidos, salvo algunas excepciones; de hecho, el mandeo moderno admite más posibles combinaciones y a veces, inclusive, hasta tres consonantes entre sílaba.
Y con el fin de separar aquellos grupos consonánticos inadmisibles, usualmente se inserta la /ə/ como una vocal anaptíctica.
Cualquier sílaba final que sea cerrada y posea una vocal débil automáticamente recibe el acento, ej.
Y si, caso contrario, la sílaba final es abierta o contiene una vocal fuerte, el acento recae sobre la penúltima sílaba, siempre y cuando, sí sea cerrada o contenga una vocal débil, ej.
Aunque, actualmente, se da una conformidad entre los atributos tanto del ezāfe persa, como de su análogo que existía en el mandeo.
Macuch (1965a, 207) encontró que el morfema indefinido, originalmente tomado de las lenguas iranias, se hallaba ya presente en textos mandeos clásicos.
Los pronombres personales independientes son optativamente empleados para representar al sujeto de un verbo transitivo o intransitivo.
Este morfema casi ha desaparecido de todas las raíces a excepción de aquellas que poseen una silbante como radical inicial, como eṣṭəḇā ~ eṣṭəḇi (meṣṭəḇi) ‘ser bautizado’ del tronco-P o eštallam ~ eštallam (meštallam) del tronco-C, en que la oclusiva y la silbante están metatizadas.
Y al séptimo tronco, el tronco-Q (cuádruple), solo pertenecen aquellos verbos cuyas raíces son de cuatro consonantes.
Los verbos breves más usados son əḇad ~ əḇod (āḇed) ‘hacer’, əhaḇ ~ əhoḇ (āheḇ) ‘dar’, məhā ~ məhi (māhi) ‘golpear’ y tammā ‘volverse’.
Las formas dadas en paréntesis fueron citadas por Macuch,[1][3][4] quien nota que fueron esporádicamente encontradas y no consistentemente empleadas.
Los sufijos enclíticos de objeto, también tienen el mismo efecto en las sílabas precedentes, afectando la forma del morfema personal.
Y las formas perfectivas no solo son pretéritas, sino también estado-resultativas, lo cual es más evidente en verbos que se relacionan a un cambio de estado, ej.
meḵtat eštā ‘ella ahora está muerta’, usando el perfectivo meṯ ~ moṯ (māyeṯ) de ‘morir’.
Además de ser el modo que se usa para hacer preguntas y otras interrogantes.
Así que si el perfectivo, debido a su particular naturaleza, hace referencia a situaciones que el hablante asegura, han ocurrido o no, éste se enmarca dentro del indicativo, además de ser propio de aquellas oraciones condicionales explícitamente contrafactuales, ej.
Mientras que, por otra parte, el imperfectivo se usa, pero para describir situaciones que están ocurriendo en este mismo momento, han de ocurrir o acerca de las cuales puede existir alguna incertidumbre o duda.
Cuando un verbo viene acompañado del morfema qə-, éste está en el indicativo, pero cuando no, está en subjuntivo, modo usado más comúnmente para expresar deseos, posibilidades, obligaciones, así como cualquier otro enunciado que pueda ser contrario al hecho presente; y que, además, como en los demás idiomas semíticos, debe usarse en lugar del imperativo para todas las órdenes negativas y prohibiciones.
Como en los demás idiomas semíticos, el mandeo emplea una construcción predicada locativa para expresar la noción de posesión.
En los demás tiempos, se vale del verbo copulativo həwā ~ həwi (hāwi) en lugar de la partícula existencial, ej.
Incluso el léxico conserva en buena medida el vocabulario de la lengua clásica, pues de una lista de 207 términos más comunes que elaboró Häberl,[5] se encontró que más del 85% igualmente se hallaba en la lengua clásica y que el restante 15% provenía principalmente del árabe y del persa.