La Dama sigue encerrada en su torre, tejiendo un tapiz, observando el mundo exterior a través de reflejos en el espejo que está detrás de ella.
En el cuadro, el espejo revela un puente sobre un río que lleva a los muros y las torres de Camelot; también se aprecia en la cercanía a un hombre y una mujer, tal vez los "dos amantes ya casados" a los que se refiere Tennyson en su poema.
[2] La Dama lleva un vestido rojo, y está en una habitación con columnas clásicas.
El marco del telar y las baldosas geométricas del suelo adentran al espectador en la habitación, donde los colores rojo, amarillo y azul hacen eco de aquellos colores más vivos en el exterior.
Las lanzaderas del telar parecen pequeños botes, que presagian la posterior muerte de la Dama.